viernes, 4 de abril de 2008

Edad Media V



El arte gótico representa para la última etapa de la Edad Media un encuentro con valores estéticos y espirituales más elevados. Surgido en el norte de Francia a mediados del siglo XII en el contexto de las Cruzadas, del auge de las Universidades y del establecimiento de la burguesía como clase social determinante, este arte sintetiza mucho de los conceptos acuñados en los siglos anteriores pero con una mirada más delicada, más depurada, también más femenina. Los gremios de artistas y artesanos también contribuyeron poderosamente al surgimiento de este renovado arte, lo que en alguna forma seguimos viendo reflejado hasta el día de hoy en las escuelas de artes y oficios.

El concreto aporte de las cruzadas hasta el día de hoy es cuestionado por muchos historiadores. Algunos ven en estas campañas militares sólo una más de las tantas empresas macabras en que la religión ha sido usada como una excusa para la intolerancia, el saqueo y la masacre, otros ven en ellas rasgos de romanticismo e ideal caballeresco, otros sólo una excusa para el viaje y la aventura épica. En términos reales, tuvieron un poco de todo esto. El tema es que más allá de todas estas diversas interpretaciones, para el arte las cruzadas significaron un encuentro con la tradición de un mundo oriental desconocido por muchos europeos. Hay que tomar en cuenta que las cruzadas representaron desde el punto de vista más básico, un movimiento migratorio interesantísimo en que muchos europeos descubrieron un nuevo mundo, nuevas costumbres, nuevos paisajes y nuevas imágenes. Muchos de estos aventureros que retornaron a sus distintos lugares de origen, volvieron no sólo empapados del recuerdo de la experiencia militar (que por cierto hay que decirlo en muchos casos fue una experiencia traumática), también trajeron con ellos ciertos iconos entre los que se incluían por ejemplo, imágenes de la Virgen María, una virgen de hecho más maternal, una mujer más cercana, más accesible a todos los seres humanos. Por lo mismo y debido a esta influencia del oriente, es que la imagen de la Virgen María se transformó en una de las más representadas en el arte Gótico, incluso muchas iglesias y catedrales están dedicadas a su persona. Nuestra Señora de Paris, Nuestra Señora de Chartres son sólo dos ejemplos magníficos de la arquitectura al servicio del homenaje mariano.

Un personaje que en su temprana juventud vislumbró en los ideales de caballería la oportunidad de aventuras y romances fue Francisco Bernardone ( 1181-1226 Asis, Italia), un hombre predestinado a una vida de lujo, despilfarro y placeres mundanos, pero que sin embargo abandonó todo esto para vivir según lo que él consideró la práctica perfecta del mensaje cristiano original, un mensaje basado en el amor, la pobreza y la oración como verdaderos medios de alcanzar el ideal religioso. Sin embargo, Francisco había crecido en el ideal del amor cortesano, un concepto nacido en Francia y practicado por trovadores y nobles caballeros y que según muchos estudiosos fue la revancha del paganismo en medio de la cristiandad medieval, esto debido a que en este concepto de amor se encuentran valores de dudosa moralidad como por ejemplo, cierta predisposición al adulterio. El amor en la Edad Media era entendido como un acto cuyo único fin era la procreación y en donde toda voluptuosidad quedaba reprimida, esto al menos en la teoría. De hecho gran parte de los matrimonios se realizaban exclusivamente por conveniencia, como un contrato basado en intereses territoriales y en donde la pasión y el enamoramiento poco importaban.
El amor cortesano por otra parte era un amor de tipo aristocrático, practicado por la nobleza y entendido ahora más como un discurso que como una práctica en el sentido real. En una tradición fuertemente codificada y de antemano conocida y aceptada, un caballero se entregaba al amor de una dama frecuentemente inalcanzable, que de hecho casi siempre estaba casada con algún “aburrido señor”. De ahí esta tendencia a hablar de adulterio dentro del amor cortesano, pues se supone que la mujer secretamente amaba a otro que no era precisamente su señor. Se habla de un amor imposible, caprichoso, que vive de la ilusión de algo concreto y que sin embargo se nutre de esta imposibilidad. A la dama se le idealiza, se le canta en poemas plagados de simbolismo y por ella se emprenden todo tipo de aventuras y riesgos que buscan finalmente conseguir su amor o por último la promesa de este. Algunos ven en esta tradición la evolución del sistema feudal, ese sistema en que un vasallo se entregaba a la honra de un poderoso terrateniente a cambio de protección.
Pues Francisco tras su brusca conversión propone un nuevo concepto de amor, uno que no sólo remite al amor de pareja o filial, sino a uno más general que abarca toda la creación. Desde las criaturas más sencillas y aparentemente insignificantes hasta llegar al ser humano como imagen y recreación de la divinidad, todo en la creación divina es perfecto, precisamente por tener su origen a partir de Dios. Francisco halló un nuevo misticismo, un misticismo nacido del intimo contacto con la naturaleza original de los evangelios, que en esencia son el mensaje de Cristo y origen de las primeras comunidades cristianas. Su pensamiento, fuertemente atacado e incomprendido en un momento, remeció las bases de la estructura religiosa al poner en tela de juicio la forma en que los dirigentes de la Iglesia conducían los hilos de la espiritualidad universal. Uno de los puntos mas controversiales fue precisamente el concepto de pobreza al que Francisco deseaba volver los pasos de la iglesia, esto causó profundas molestias, desagrado y por cierto mucha incomodidad entre los cardenales y obispos acostumbrados al lujo y la ostentación. Pero finalmente la terquedad y la dulce sencillez de este hombre vencieron todas las limitantes impuestas en su momento, su orden fue reconocida por el Papa Inocencio III quién vio en este hijo pobre y descalzo a un verdadero seguidor de Cristo y también por que no decirlo un nuevo estilo de predica que se hacía necesario dada la profunda crisis y descredito que experimentaba la iglesia en ese entonces. Así Francisco, quién por lo demás es reconocido como el primer estigmatizado de la historia debidamente documentado, se transformó con el tiempo en San Francisco de Asís y es considerado como uno de los grandes místicos y revolucionarios de la iglesia.

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