viernes, 4 de abril de 2008

Edad Media III















El arte Bárbaro engloba muchos estilos menores de arte y manufactura realizados por los distintos pueblos que por mucho tiempo estuvieron bajo la sombra del imperio romano, muchos de ellos con una tradición artística que se remonta a la Edad del Hierro. Grandes orfebres, expertos artistas del metal, supieron combinar con gran maestría belleza y funcionalidad en sus piezas. Armas, mobiliario, vestimentas, joyas incluso juguetes forman parte de este rico caudal de manifestaciones tempranas. Uno de estos interesantes pueblos son los Celtas.
El mundo celta ha generado tradicionalmente -y en especial en el siglo XX- una fascinación y embrujo como pocas civilizaciones lo han hecho. En este sentido, las fábulas y leyendas sobre su mitología, y los rituales de personajes como druidas, hadas, duendes, etc. nos recuerdan la romántica fascinación que la cultura egipcia generó en la alta sociedad del siglo XIX o lo que actualmente sucede con los supuestos enigmas que rodean a las viejas prácticas de los templarios.
El pueblo celta hunde sus raíces en la Edad del Hierro hace más de 20 siglos y sus territorios eran amplísimos en casi toda Europa. La primera etapa de su historia se denomina Cultura de la Hallstatt y de esa época se han encontrado fortificaciones y tumbas espectaculares, lo que demuestra que ya era un pueblo poderoso y avanzado.
La siguiente etapa es conocida como La Tène, en que la cultura celta recibe el influjo de etruscos y griegos a partir del siglo V a.C. y en que se considera que se perfila de forma auténtica las características de la cultura y arte celta.
La presión que otros pueblos germanos y los romanos ejercen sobre los celtas hace que sus ocupaciones durante el Imperio Romano y la Edad Media se limiten a ciertos territorios del norte de Francia, Irlanda, Gales y Escocia. Buenos guerreros, los celtas adquirieron rápidamente fama de gentes feroces e incivilizadas por aquellos pueblos a los que se enfrentaron, como griegos y romanos. Sin embargo, al margen de su pericia y valor en el campo de batalla, la civilización celta tuvo un refinado sentido de la estética y fueron amantes del arte y de la arquitectura, que aplicaron con especial éxito en campos tan variados como la orfebrería, la forja o el urbanismo.

El arte celta está basado en dos tendencias distintas en cuanto a los elementos representados y el estilo empleado: la tendencia naturalista y la geométrica.
Los artistas celtas tuvieron gran vocación por la representación de la naturaleza en que vivían. Proliferaron tanto motivos vegetales como guirnaldas, hojas y flores, como distintos animales y personas. Estas figuras suelen ser interpretadas de forma esquematizada y estilizada, pero con gran expresividad.
El artista celta también gustaba de la creación de diseños geométricos complejos a base de líneas continuas que fluyen de forma intrincada -frecuentemente entrelazándose en nudos- creando composiciones de gran belleza.
Tampoco podemos olvidar en esta sencilla revisión a los temibles navegantes de origen germánico que por siglos asolaron las aguas y costas de Europa y que hasta el día de hoy despiertan la fascinación de estudiosos y románticos seguidores: Los Vikingos.

Hijos del gran Odín, dios de la sabiduría, de la poesía, de la música y de los muertos en combate, herederos de una tradición tan rica como los mismos griegos, los vikingos han pasado a la historia como un pueblo salvaje y sediento de destrucción, descuidando en gran medida toda su particular cosmogonía y su rica tradición cultural. El arte vikingo tuvo lugar en Escandinavia, Suecia, Noruega y Dinamarca especialmente a partir del siglo VIII hasta el XI, época de mayor poder de este pueblo. Sus construcciones, tanto civiles como religiosas, se llevaron a cabo en madera, siendo frecuente entre estas últimas el diseño piramidal, como el de la iglesia noruega de Borgund (siglos XI-XII). Propio de esta cultura fue la ornamentación de los barcos utilizados como enterramientos (navío de la reina Asa, en Oseberg), así como los trabajos de orfebrería decorados con originales motivos geométricos.

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