

Egipto y Mesopotamia se constituyen como las primeras culturas monumentales, culturas que nacen de la herencia de los primeros poblados agrícolas, que se forjan en los márgenes de grandes ríos por que de ellos se nutre la tierra para sus cultivos.
Egipto ( 5.500 adc – 640 dc) nace y crece alrededor del gran Nilo, y poco a poco a través de sucesivas dinastías de faraones el imperio logra desarrollar su fuerza militar, económica y cultural a lo largo de casi toda la extensión del río. La religión egipcia se posiciona como un elemento conciliador entre la vida terrena y el misterio de la muerte, a través de ritos y dioses los egipcios buscan afanosamente vencer el límite impuesto por esta fuerza desconocida.
La religión poblada de un abultado panteón de dioses y una férrea estructura social en la que el faraón es la cabeza gobernante y a la vez dios vivo, son elementos que junto a la fertilidad donada por las aguas del Nilo, van a permitir que esta cultura avance a través de milenios de historia sin experimentar grandes cambios en lo sustantivo y en lo esencial.
Esto permitió a su vez la imposición de un modelo artístico muy definido y que a través del tiempo fue muy poco alterado, este modelo artístico abarcaba amplios márgenes de creación, arquitectura, escultura, relieves, pintura y artes menores seguían las pautas de una escuela que muchos tildan de rígida e inflexible, sin embargo es necesario dejar en claro que el arte egipcio también es una arte dotado de una belleza en donde lo lúdico, lo cotidiano y lo simple de la existencia también tienen su espacio. En este sentido, el afán de registro del artista egipcio se presenta en la historia del arte como uno de los más ricos e interesantes ya que no descuida ningún aspecto de la vida.
En la arquitectura, pirámides, templos y palacios van a ser las construcciones que se roban el protagonismo. Las pirámides destinadas como residencia del faraón en su tránsito al más allá, siguen un esquema constructivo perfecto en que las matemáticas, el cálculo, la geometría, la astronomía y la precisión de los constructores y artesanos son los elementos garantes de esta perfección. En su interior estas construcciones, por ejemplo las pirámides, fueron decoradas mediante coloridos frescos, relieves, objetos preciosos y por supuesto esculturas divinas y del faraón. Todo esto para acompañar al exquisito sarcófago en cuyo interior habían sido depositados los restos momificados del dios vivo, el faraón, que ahora ascendía en su tránsito a la tierra de los dioses eternos para ser uno más de ellos. La pirámide se consagra como un vehículo que conduce al faraón a la eternidad, en donde el y todos sus cercanos podrán acceder a la verdadera vida. Por lo mismo esta empresa monumental desarrollada a través de distintas dinastías se va a convertir en una tarea nacional de orden primordial, trabajadores voluntarios y algunos esclavos guiados por la pericia de los constructores reales van a entregar años de sacrificio e incluso sus vidas con el propósito de ganarse un pedacito de eternidad al lado del faraón.
Templos y palacios van a tener como común denominador la gran monumentalidad de los espacios arquitectónicos todo esto matizado con la fuerte presencia de estatuaria y relieves en los cuales se ve reflejada la historia épica y siempre vencedora del faraón de turno.
La pintura egipcia por su parte es mayoritariamente pintura al fresco que se utilizaba como elemento decorativo en los muros de tumbas y palacios. Esta tiene como principales características un dibujo muy esquemático, el uso de una perspectiva muy peculiar ( algunos autores inclusive hablan de una falta o “ausencia absoluta de perspectiva” en mi caso yo aconsejo cierta prudencia con juicios tan determinantes como ese), una fuerte jerarquización que se demuestra en el juego que los artistas desarrollan con los tamaños de los personajes, mientras más grandes, más importantes en la escala social. ( siempre el faraón es representado mucho mas alto que sus súbditos). La ley de la frontalidad, que hace que muchas veces las figuras aparezcan como “mal hechas” al mezclar elementos de la figura humana en posición frontal con otros vistos de perfil, ejemplo: rostro de perfil, ojos de frente, torso de frente al igual que brazos, piernas de perfil, todo esto para dejar bien en claro, según la concepción egipcia del dibujo, que aquella figura es la representación de una figura humana y no otra cosa. Un canón de proporciones que también les es particular y que les da a sus figuras humanas ese carácter tan especial, en que los brazos aparecen como desmesuradamente largos. A esto se suma el simbolismo, en donde cada elemento cumple una función narrativa y la presencia de jeroglíficos incorporados en la composición, casi al modo de un texto explicativo. Los colores predominantes son el blanco, el terracota, el verde, rojo, negro, azul y dorado, color especialmente orientado a todo lo divino. En lo que respecta a las temáticas, los artistas egipcios fueron eximios cultores de todo tipo de temas, desde los paseos y cacerías del faraón y su familia, pasando por escenas de la vida del pueblo ( representación de diversos oficios, cosechas, procesiones religiosas) batallas memorables hasta llegar a escenas fúnebres en las que el faraón desciende al reino de los muertos o convive con el panteón de deidades. Aquí es donde precisamente entendemos que el artista, el pintor egipcio, en ningún momento niega ciertos aspectos de la vida. Para el pintor egipcio todo es digno de ser representado, por que sencillamente es parte del registro.
La escultura, frecuentemente hecha en piedra, basalto u otra, tiene como principal característica el hieratismo, ese elemento marcial y solemne que representa al modelo como una figura que desafía el tiempo y que consciente de su paso por una vida preparativa mira hacia la eternidad con fortaleza y serenidad. Esto es lo que sucede con el faraón al ser representado, con un pie delante del otro camina al encuentro de su destino, completamente erguido, brazos al lado, puños apretados, el rostro mirando al frente, la expresión serena casi “ inexpresiva” del que se sabe hijo de la eternidad. Cuando la reina lo acompaña, esta suele estar posicionada un poco mas atrás y casi siempre presenta un rasgo de mayor amabilidad, tal vez el toque femenino o maternal, una leve sonrisa o bien los brazos bajo el pecho, lo que contrasta con la excesiva seriedad de su esposo.
Pero faraón y reina no son los únicos personajes dignos de ser representados en la piedra. También lo son sacerdotes, gobernadores, escribas, artesanos, campesinos, todos ellos representados con un naturalismo y un realismo sintéticos. En ellos nunca se esquiva la verdad del retratado, su atemporalidad no pasa por el mayor o menor grado de belleza de sus rasgos, sino por la presencia y solemnidad que irradian. Hay que recordar que para los egipcios la inmortalidad no es algo que solo beneficia al faraón, la inmortalidad también es compartida por todos sus hijos, por lo tanto para ninguno de ellos el tiempo representa una limitante, todos aspiran a ser atemporales como sus representaciones.
Un aspecto muy importante es que gran parte de la escultura egipcia era pintada, pieles, ojos, bocas, vestidos, joyas, todos los elementos eran coloreados detalladamente en un afán de realismo muy interesante y pocas veces igualado.
Los mundos vegetal y animal también van a tener su espacio en el imaginario de las artes egipcias, en pinturas, relieves y esculturas frecuentemente la flora y fauna típicas aparecen para dar el marco atmosférico a estos personajes hijos de un clima hostil, del calor y vientos del desierto, pero también de la humedad fertilizante del Nilo.
Todo en el arte egipcio nos habla de su religión, de su pensamiento, de su sentido profundo de la existencia. También por otro lado su arte nos habla de sus costumbres, su rutina, su día a día madurado bajo el calor apremiante del sol desértico. Por él, es que sabemos que estos hombres y mujeres no solamente fueron temerosos súbditos de dioses poderosos, sino también seres humanos sensibles que supieron hacer de su arte el verdadero vehículo que los condujo a la inmortalidad.


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